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cerros isla – un aporte a crear comunidades resilientes

Por Nicola Borregard para Santiago Cerros Isla

Lo que hace la diferencia hoy frente al coronavirus y especialmente mirando hacia la fase de reactivación, no se centra solo en la infraestructura hospitalaria, kits de tests y de vacunas de influenza, o materiales de protección sanitaria. La clave y la base para enfrentar la crisis es el nivel de resiliencia que nuestra sociedad tiene, en las comunas, las región, y en nuestro país entero. Resiliencia consiste en la capacidad de una organizaciòn, una comunidad o personas de enfrentar adversidades y proyectarse al futuro. La búsqueda de mayor resiliencia no tiene una respuesta simple o única. La capacidad de adaptaciòn y de enfrentar riesgos implica una mirada al tejido social, a la orientación estratégica de las políticas, al grado de dependencia de recursos externos, al grado de confianza que hay en la comunidad, al nivel de consolidación de las instituciones descentralizadas, y al grado de ubicaciòn y conocimiento de las personas en cuanto a su entorno.

 

Todo esto se construye de a poco y uno de los pilares fundamentales es la construcciòn de cohesiòn social a nivel local y la valoración de nuestro patrimonio y nuestro entorno. Hay muchos elementos en los que Chile ha avanzado en este sentido. Por ejemplo, las iniciativas que ha habido en la ùltima dècada para reactivar y darle fuerza a las organizaciones comunitarias o juntas de vecinos, que fueron reconocidos legalmente en Chile en 1968. También, la recuperación de espacio público y el fortalecimiento de la acción comunitaria a nivel de los barrios a través de programas tanto públicos como privados. En cuanto a nuestro entorno y patrimonio natural en contextos urbanos, en los que vive un 90% de nuestra población, hemos empezado por ejemplo a mirar con más atenciòn el valor de nuestros ríos. No solo el río Mapocho en el caso de Santiago con todas las intervenciones de parques y la ciclovìa 42k, sino tambièn el río BioBío con el Parque Costanera en Concpeciòn o los emblemàticos rìos Cruces, Calle-Calle y Valdivia en Valdivia, han sido anfitriones de importantes iniciativas en este sentido.

 

Los cerros isla son parte importante de este contexto. Son elementos centrales de nuestro patrimonio natural urbano, de nuestro entorno inmediato, lugares urbanos especiales que no son habitados pero que tienen un tremendo potencial por ser espacios de encuentro para la comunidad. Contribuyen de manera relevante a la creación de comunidad, de capital social, ofreciendo lugares de recreación, deporte, recuperación, espacios en los que todos nos tratamos de igual a igual, son espacios de diálogo comunitario, tanto implícito como explícito.  Se han contabilizado 26 cerros isla dentro o adyacentes al límite urbano en la Región Metropolitana, la mayoría lugares que no han recibido nuestra atención. Pero algunos de ellos ya nos han mostrado su valor. Uno de los casos más emblemáticos es el Cerro San Cristóbal. Este cerro, que en 1917 fue destinado a ser un gran parque público, el Parque Metropolitano, se ha convertido especialmente en los últimos diez años en un punto de atracción para familias, grupos deportistas de todo tipo, colegios, scouts, organizaciones comunitarias, ecologistas, festivales deportivos, encuentros y eventos culturales. En 2018 la cantidad de visitas al Cerro San Cristóbal superó los 6 millones.

 

La tremenda contribución que pueden hacer también los cerros más pequeños, se ha demostrado en el caso del histórico cerro isla Santa Lucía donde se fundó la ciudad de Santiago a mediados del siglo XVI. Hoy hay propuestas interesantes de convertir otros cerros pequeños, como el Cerro La Ballena de Puente Alto, en lugares más significativos para la comunidad. Así, cada uno de los 26 cerros está haciendo o podría hacer un aporte relevante a lo que es nuestra vida comunitaria cultural, de entretenimiento, relajación, deporte, educación y ecología. Depende de nosotros aprovechar la contribución que pueden hacer estos espacios para convertirnos en una sociedad de lazos fuertes y encuentros a nivel local, en una sociedad que valora su entorno cercano y que cuida la calidad de vida de su gente: una sociedad resiliente.

 

Nicola Borregard.  Gerente General EBP Chile SPA Chile

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